Hoy pasó la Señora de las Hojaldras. Sí, esa señora random que pasaba de puerta en puerta vendiendo rosca y hojaldra. Me abordó un día cuando estaba llegando a la casa. Me ofreció sus productos y mi primer instinto era decirle "No, gracias".
Pero cuando vi la hojaldra, le pedí un par de pedazos. Entré a la casa y te dije "Te traje algo". Los ojos se te iluminaron cuando viste la hojaldra. ¿Te acuerdas cuánto te gustó?
Cada cierto nos preguntábamos qué sería de ella y cuándo volvería a aparecer con sus hojaldras tan ricas. No había dejado ninguna tarjeta, etiqueta, número... ninguna pista.
Pues hoy pasó una señora, pero con rebanadas de pastel. No estaba segura de que era ella. Le pregunté si ella me había vendido una hojaldra y me dijo que sí. Ahí estaba frente a mí la Señora de las Hojaldras.
Le pedí sus datos y los apunté. Ya tengo el número de la Señora de las Hojaldras.
Ahora me pregunto cuándo llegará el día en el que podré contarte que la encontré y verte sonreír.