21 diciembre 2008

Crónica de la boda


Pues bueno, después de la despedida de soltera, vino la boda. Me desvelé la noche anterior por una posada que no pude evadir y me desperté con apenas tiempo para arreglarme.

Llegué en safe a la iglesia, me estacioné en línea amarilla y me formé toda agitada en la cola de damas justo para entrar. Me sentí como en 4 bodas y un funeral, que siempre llegan tarde y arreglándose a último momento.

La despedida de soltera había creado un ambiente de camaradería entre las damas, nos decíamos bromas y tonterías. Llegó el momento y comenzamos a desfilar. Nos sentamos muy modositas en segunda fila. Empieza todo el rollo religioso y una de las que estaba sentada junto a mí, se acercó y muy bajito me dijo:

- Hay que volver a hacer una despedida...
- Je, je...
- Aunque no haya nadie a quién despedir, estuvo muy buena la fiesta.

Toda la misa nos la pasamos cotorreando, haciéndonos señas para que nos dieran pistas de cuándo nos tocaba a cada quien hacer su función de dama. Luego luego se notó que éramos una bola de herejes porque no teníamos idea del orden de la misa.

Ya en la fiesta, estuve sentada con mis mejores amigas y nos la pasamos muy a gusto conversando. Luego nos llamaron para que nos tomáramos unas fotos con los novios y las damas nos quedamos vacilando un rato. Una de ellas me dijo que había conversado con la modista, que muy orgullosa contemplaba a todas las portadoras de sus creaciones y que le dijo:

- Todas se ven muy bien, pero de la que más me siento orgullosa es de la Chumina porque es tan niña, tan inocente y hoy se ve hecha toda una mujer.

- ¿Inocente? ¿La Chumina? ¡No estamos hablando de la misma! ¡No la viste en la despedida de soltera!
Me empecé a reír y a explicarle que ella me ve como penosa porque a la hora de ver lo del vestido sí como que me cohibo pero que en otras cosas soy más extrovertida.

- Jum... a mí se me hace que tú tienes un secreto- dijo mirándome con picardía.

Una de mis mejores amigas y yo comenzamos a reírnos.

- ¡Y seguro tú lo sabes!- dijo señalando a mi amiga. Nos reímos todavía más y le dije con orgullo:
- Sí, sí lo sabe...- y ya no expliqué más.

Seguimos vacilando un rato más y conversando. Todas las damas dijeron que les encantó la despedida de soltera, que se divirtieron muchísimo con los juegos, que había que volver a hacerlo.

Luego nos pusimos a bailar... Un momento, ¿bailar? ¡Yo no bailo! Pero estaba bailando. Y participé en todos los rituales con una extraña pero espontánea sonrisa en la cara.

A la hora del ramo, yo estaba como de costumbre, a un ladito haciéndome pendeja. ¿Se acuerdan que yo caché el ramo en la boda de una amiga y de ahí empecé a andar con Ro? Bueno, pues esa amiga fue la primera en empujarme hacia delante.

- No, no, no, ándale, para adelante, que ya va siendo tiempo de que andes con alguien más.
- Pero, pero...
- ¡Nada de peros!

La novia aventó el ramo y éste cayó como a dos personas de mí. Lo atrapó una de las damas que anda con el mismo novio desde la prepa. Quizá lo necesitaba más que yo.

- ¿Nada chula? Lo debiste haber atrapado, te hubiera sentado bien.
- Pues sí, pero tal vez todavía no estoy lista para andar con alguien...
- Sí... tal vez.

Fue un evento inusitadamente feliz. Todo pasó tan rápido y tan naturalmente que no tuve oportunidad de sentirme incómoda. Y estaba tan contenta y tan alegre, que de verdad, no me reconocí a mí misma.

¿Qué onda conmigo?

2 comentarios:

  1. Que bien que ya estes comenzando a sentirte bien Chumina. Creo que de a poco estás volviendo a ser la misma de antes. Aunque esto toma su tiempo, pero cuando menos te des cuenta lo habrás superado. Ya diste el primer paso!!!...

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  2. Anónimo10:29 a.m.

    Hola q bueno q te divertiste en la boda (a mi en lo personal no me gustan) paso solo por un motivo a desearte buenas fiestas, y q el año proximo sea mejor en todo los sentidos y aunq no tengo el gusto de postearte tanto como quisiera si te leo, te mando un fuerte abrazo, besos y apapachos, a ti y a todo tu comunidad bloguera.

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