04 octubre 2006

Sonby y el alien

Anoche conversaba con alguien cuyo nombre no voy a mencionar y me dijo: te regalo una historia, puedes escribirla, contarla, lo que quieras... sólo no digas que yo te la conté. Y después de lo que me contó, creo que es totalmente justo conservarla en el anonimato, así que vamos a inventarle un nombre... mmm, la llamaremos Sonby.

Hace 2 años Sonby tenía veintitantos años y andaba con una mujer de treintitantos años que vivía en otra parte. Cada verano, durante casi 3 años, tomaba un avión para ir a verla y pasar las vacaciones juntas.

A la novia de Sonby la llamaremos Armaria, porque le gustaba mucho el clóset, bueno más que le gustara, no podía salirse de él. Le costaba ser afectuosa, darle la mano a Sonby y abrazarla en público porque obviamente era ilógico que anduviera con una chavilla 10 años menor, pensaban que era su hermanita o algo más.

Armaria era el tipo de lencha que no podía oír ni de lejitos la palabra penetración. No le gustaba y no la consideraba. Y claro, entre otras cosas, era bastante regular en la cama, por no decir mala.

Pero bueno, un buen día Sonby y Armaria platicaban y de pronto, quién sabe cómo, surgió la idea de que hacerlo con un dildo sería jugada. Hicieron una visita a la sex shop más cercana y regresaron con un dildo verde, lubricante y condones (hasta la fecha no sabemos para qué eran los condones).

Sonby no había visto el dildo, así que cuando abrió el paquete y lo vio, lo primero que pensó fue: Eso no me va a entrar. Lo segundo que pensó fue: ¿Verde? ¿Por qué verde? ¿Me va a coger un alien?

Yo más bien me acordé de Hulk, el dildo que tenía otra amiga a la que le encanta bautizar a sus juguetes.

Pero bueno, la cosa es que de repente Sonby estaba acostada y Armaria estaba entre sus piernas abiertas lubricando el dildo y Sonby se sentía más nerviosa que en toda su puta vida. Armaria trató de meterle el dildo, así nomás, sin ninguna caricia de por medio, sin ninguna palabrita al oído y obviamente el alien no entraba. No entra, no entra, era todo lo que atinaba a decir Armaria.

Y Sonby se desesperaba y se ponía más tensa. No entra, no entra, seguía diciendo Armaria. Ante tan románticas palabras y el dolor que se concentraba entre sus piernas, Sonby decidió que ya estaba bueno.

Con toda la delicadeza posible, le dijo a Armaria: Cariño, ¿me pasas el dildo? Y acto seguido lo aventó por la ventana. Armaria le dijo que vaya por él pero Sonby se negó: Ni loca, ni muerta, que ni se crea que lo va a volver a usar conmigo.

Finalmente Armaria fue por el alien, se peleó con un perro para recuperarlo y lo trajo de vuelta. Aquí está, lávalo. Sonby respondió con una metralleta de fo, qué asco, ¿cómo crees?, está lleno de bacterias.

Y por fin Armaria entendió que el alien pertenecía y debía permanecer en la parte más alta de su armario, lejos de Sonby.

Fin.

Epílogo: Sonby y Armaria eventualmente terminaron por falta de cariño y delicadeza. Ningún perro fue herido durante la sucesión de estos eventos.

1 comentario:

  1. ahiiiiii te va!! no pos que eso, invitame un cafe!!!.... no manches ja ja ja ja eso es cero comunicacion, abre las piernas, cierralas,ahora vamonos, que triste.... un fajesito, no??? miniiimo jajajaja

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