Hace poco me di cuenta de que Disney agrupó a todas sus princesas como parte de una estrategia de marketing. Así que de pronto ves a Ariel, a Bella, a Jazmín, a la Cenicienta, Blanca Nieves, Mulán y a la Bella Durmiente andando de súper amigas en toda clase de productos: libros para colorear, relojes, bicicletas, cojines, pañales, rompecabezas, punching-bags, platos desechables, libros de cuentos, calcamonías y todo lo que te imagines.
Y aunque de primera instancia podría parecer una estrategia reforzadora de buguez en las pequeñas niñas, un pretexto para llenarlas de rosa de una buena vez, yo tengo una teoría diferente. Creo que las Princesas de Disney son el primer club lencho-infantil y a las pruebas me remito:
¡Así se hace!