17 agosto 2006

Escribir por necesidad y la necesidad de escribir

Hacía días que buscaba alguna idea y simplemente no la encontraba. Estaba a punto de cumplir 2 años sin escribir para ella porque escribir-escribir lo hacía todos los días en el trabajo.

Y es que escribir la había salvado de todo y a la vez, le había dado todo: su mujer, su trabajo, una vida, su paz, su locura.

Muchos años, lo único que oía era un torrente interminable de historias, cuentos que brotaban a la menor provocación, diálogos ininterrumpidos que iban y venían todo el día dentro de su cabeza. Y de pronto, nada. Nada.

Tenía que reconocer que no todo lo que escribía era bueno: con el tiempo y los talleres se dio cuenta de que mucho de lo que había escrito estaba lleno de imprecisiones e incoherencias. Escribió un solo cuento como Dios manda: ciñéndose a todas las reglas, desarrollando los personajes, analizando el escenario, teniendo en mente la acción de cabo a rabo. Pero en aquel entonces no supo que aquello era el principio del fin.

La pluma exigía demasiado, ya no podía escribir cualquier cosa. Así que dejó de escribir.

Al poco tiempo la pluma le dio trabajo: escribir publicidad sonaba fantástico. Me van a pagar por hacer lo que me gusta. Fue a su entrevista y la pusieron a escribir guiones, a inventar marcas, a crear slogans. Y la pluma fluyó y fluyó. Temblorosa y con miedo pero contenta y juguetona como antaño... Y dio resultado.

Con muchos nervios y algo de torpeza empezó a moldear su pluma, a escribir cuando se requería, a tomar velocidad y a adaptarse a la situación. Y sin querer, sin pensarlo, se acostumbró a los límites, a la brevedad extrema, a la concentración que espera una orden.

Y de un pronto un día cualquiera, se levanta con unas ganas insoportables de escribir, toma el cuaderno y la pluma y ninguna idea viene a su mente. Descubre que el torrente interminable ahora es un charloteo simplón y se pone a escribir blogs, a ponerse un tema, a fijarse límites para escribir de algo, aunque sea con el vicio de la computadora, aunque sea algo muy contado. Porque ahora lo que sea está bien. Cualquier cosa con tal de poder seguir escribiendo.

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